La redención ritual (chalchiuheztli)

    La sangre o sangre divina (chalchiuheztli) es un medio de redención y ofrenda dentro de las culturas mesoamericanas y nunca es concebida como un acto de barbarie al menos dentro de la concepción mesoamericana. Los españoles al no preocuparse por la concepción y cosmovisión de las culturas mesoamericanas inmediatamente lo asociaron con prácticas bárbaras sin saber la importancia de este elemento como fecundador y de mucha importancia para la forma en que estas culturas concebían el mundo.

    Los sacrificios humanos (un tema bastante controversial) han sido tema de discusión entre los investigadores y amantes de las culturas prehispánicas. Si bien, las crónicas españolas arrojan datos poco veraces en su mayoría por ser también un método utilizado por los ibéricos para poder legitimarse en la posición que pretendieron alcanzar tampoco se puede negar la existencia de los mismos ya sea con representaciones en códices de manufactura prehispánica y en restos óseos tratados bajo examinaciones osteológicas.

    Lo que es cierto, es que estos rituales eran llamados de paso o tránsito y no eran parte del común dentro del corpus ritual de las culturas mesoamericanas y muy al contrario de esta idea, se piensa que eran llevados a cabo solamente en momentos muy específicos donde el orden del mundo y el cosmos así lo requerían. La sangre al ser un líquido fecundador y de ofrenda cobraba mucha relevancia en estas sociedades e incluso era necesario dentro del “culto personal”.

    Por eso encontramos el tema de los autosacrificios que según las crónicas eran las prácticas personales en las que los hombres punzaban ciertas partes de su cuerpo como pene, lóbulos de las orejas, pantorrillas y antebrazos para extraer mediante la punción con elementos de hueso, obsidiana o espinas de mantarraya la sangre y así poder ofrendarla a sus Dioses.

    También de acuerdo a las crónicas se nos dice que una vez mojada las puntas de estos artefactos con la sangre propia eran ensartados en una bola de zacate llamada zacatapayolli y seguidamente esta era incinerada. El humo despedido por esta acción era una manera de ofrendar por medio del aroma, que es un elemento que llegaba a su destino como medio de transporte de las ofrendas de sangre. Mitológicamente esto es un reflejo del pasaje donde Quetzalcóatl en Tamoanchan punza su pene y vierte la sangre sobre los huesos rotos de las humanidades pasadas para que así, como un catalizador lograra fecundar de nuevo los huesos y así poder unirlos y crear a la humanidad que habría de poblar la (en ese momento) joven nueva era: el Quinto Sol.

Recomendaciones bibliográficas:

El sacrificio humano entre los mexicas, Yólotl Gonzáles Torrres.

El ritual del autosacrificio en Mesoamérica, Alejandra Aguirre Molina.

Sacrificio humano, mito y poder entre los mexicas, Guilhem Olivier.

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