Compañero de vida y muerte


Cuando los europeos llegaron al continente americano en el siglo XVI, quedaron impresionados ante las expresiones culturales de los pueblos autóctonos y la exuberancia del entorno que habitaban. Entre las rarezas que hallaron, había una criatura a la que inicialmente confundieron con un caballo enano. Se trataba en realidad del xoloitzcuintle, un canino endémico de México y Centroamérica: 

"Convivía con los antiguos mexicanos de diversas culturas como compañero incondicional de su propietario, incluso después de su muerte, pues se creía que acompañaba a sus dueños a transitar el camino hacia el Mictlan (el inframundo o sitio del eterno descanso) y servía como ofrenda funeraria para sus amos".

El perro no sólo está en el origen del hombre, sino también en el fin, pues es el ser encargado de transportar al espíritu del muerto hasta el inframundo. El perro es un ser nocturno que conoce los caminos en la oscuridad y puede ver los espíritus, Desde la época prehispánica hasta hoy, los mayas y los nahuas creen que "los perros ven muy bien de noche a las almas que salen de los cuerpos cuando éstos duermen, por eso aúllan".




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