Desde tiempos antiguos el hombre utilizó las cuevas como lugares de refugio y habitación, ya sea temporal o permanentemente, y prueba de su estancia se ve reflejada en los vestigios arqueológicos que se observan en cavernas de todo el mundo.
En las tierras donde se desarrollaron los antiguos mayas,
este rasgo cultural no va a ser una excepción y la función que para los mayas
desempeñaron las cuevas vertieron al interior de éstas un caudal de evidencias
materiales tales como herramientas líticas, vasijas de barro, tiestos
cerámicos, elementos pétreos, construcciones interiores, y de manera especial
el reflejo de su ideología y cosmovisión plasmada en inscripciones sobre las
superficies rocosas de las cuevas.
En las grutas de Yucatán es posible para el observador
experimentado encontrar inscripciones en las superficies de sus paredes, en
bloques de roca caliza, en estalactitas y estalagmitas y en las columnas
pétreas de las entradas, bóvedas, pasillos y gateras que para el visitante
común pueden pasar desapercibidas. A tales inscripciones gráficas se les suele
llamar indistintamente por diferentes autores como manifestaciones de arte
rupestre, arte petrográfico o epilitico aludiendo a que fueron plasmadas
directamente sobre la superficie rocosa.
La presencia de petrografías en lugares como las grutas nos
lleva a suponer en el maya prehispánico una motivación selectiva de un espacio
propicio para plasmarlas en lugares cerrados, de difícil acceso, a decenas de
metros de la superficie y de la luz natural y en espacios que no podían ser
observados en forma regular, salvo por quienes tuvieran la misma intención.
Para saber más:
Manifestaciones Petrográficas en cuevas del Sur de Yucatán,
Luis Ernesto Santiago Pacheco.
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